sábado, 1 de septiembre de 2012

Por qué a mí sí me ha gustado 'The Newsroom'


Llevábamos tiempo esperando el regreso de Aaron Sorkin a la televisión. En realidad, yo no tengo muchos referentes de Sorkin: no he visto todavía El ala oeste de la Casa Blanca (sí, no me mires así, no la he visto, pero la tengo en cola esperando) ni ninguna de sus series. Mi única referencia de Sorkin es La red social, y me gustó, mucho. Quizá sea precisamente el no haber visto su "obra maestra" lo que me haya hecho más fácil que me gustara The Newsroom, la serie que ha estrenado este verano y que muestra el trabajo en la redacción de un ficticio programa informativo de televisión.



Desde su estreno, los espectadores de The Newsroom (la redacción, en castellano) se han dividido entre aquellos que se mostraban a favor de la serie y los que se han sentido decepcionados por ella. Yo me posicioné desde el minuto uno a su favor, y ahí he seguido hasta el final. Por supuesto, veo sus defectos, no es perfecta, pero tampoco suponía que iba a serlo.

Partamos de que estamos ante una ficción. Aunque se base en noticias reales (lo que hace que el tiempo pase quizá demasiado deprisa), The Newsroom es ficción. Esos periodistas no existen. Y menos mal. Esa gente no es humana: trabajan sin desacanso, son tan eficientes que dan asco, mantienen siempre su mente fría en los momentos de grandes noticias de última hora... Cualquiera que haya pasado algún tiempo en una redacción sabe que eso, en el día a día, no siempre pasa. Así es la vida real. Pero cuando vemos The Newsroom debemos tener en mente que estamos viendo ficción; y que en esta ficción, saben cómo iban a ser las cosas.



Una de mis escenas favoritas de la serie reúne todos los ingredientes para odiarla y para amarla. El final del capítulo "Fix you" recurre (una vez más) a la canción de Coldplay para llegar al corazón del espectador, además de dar una lección imprescindible de Periodismo. Una lección de Periodismo teórico, por supuesto. La vida real no es así. Pero The Newsroom no es la vida real, insisto. Sigo pensando que, como lección teórica, este vídeo debería verlo todo periodista y estudiante de Periodismo: los primeros, posiblemente, torcerán el gesto; pero unos y otros deberíamos tener en mente estos ideales cuando trabajamos.


El idealismo. Precisamente esa es la principal razón por la que estoy a favor de esta serie. El idealismo. Sorkin parece obsesionado con Don Quijote, que los personajes mencionan en repetidas ocasiones (pero, por Dios, ¿por qué no citan a Cervantes, sino al musical? Mal, muy mal). Todos deberíamos ser un poco Don Quijote y un poco Sancho. Creo que los que están en contra de la serie tienen más de Sancho que de Don Quijote. Yo soy demasiado realista, demasiado Sancho; por eso, siempre que puedo, me gusta jugar a ser Don Quijote. Crearte un mundo a tu medida y moverte en él con tus propias reglas. Reinventar el mundo. ¿A quién no le gustaría? Don Quijote era más que un loco. Era un idealista. El mundo necesita más donquijotes.

En The Newsroom gritan mucho, las mujeres quedan en un papel horrible, los problemas amorosos de los personajes nos importan entre 0 y -1, hay personajes insoportables (collejas infinitas a Maggie, por favor). Y aun así, me sigue gustando.

 
Porque cuando quiere hacer un capítulo memorable, como parece que quería ser el de la muerte de Bin Laden, no le sale del todo bien. Porque la cabecera es tan viejuna que echa para atrás. Porque es imperfecta. Como tú, como yo. Porque es idealista. Porque me gusta que la gente encuentre la frase perfecta para el momento perfecto, algo que a mí nunca me pasa. Porque tienen a Don Quijote como referente. Porque parece que está de moda que no te guste.

¿Cómo no me va a gustar The Newsroom?


(En España, a partir del 11 de septiembre, en Canal Plus.)