lunes, 18 de junio de 2012

Vivir la Historia con Springsteen


Yo estuve ahí. Estuve en el concierto del 17 de junio de 2012 en el Bernabéu en el que Springsteen posiblemente batió su propio récord con 3 horas y 48 minutos de concierto. Yo estuve en esa locura de rock & roll, de soul, de tendencia popera, de rock puro. Yo estuve en esa noche de VIDA.

Y lloré. No pude ver claramente lo que pasaba durante Thunder road porque las lágrimas me empañaban la vista. Y vi gente llorar. Durante el concierto y al terminar. Una explosión de sentimientos en el pit del concierto, entre las primeras filas, de esas pegadas al escenario a las que, cuando el Boss se acerca, se lanza el personal en avalancha. Y la inercia te lleva hacia delante, y a dar saltos, y a bailar sin parar. Esas filas desde las que por primera vez pude ver la cara del Boss sin tener que depender de las pantallas gigantes.


Yo vi al Bruce más divertido, al que se salta las vallas de seguridad para ir a bailar con los operarios del estadio. Al que se sienta a hablar con los amigos de sus cosas y al que baila con las manos en la cintura.

Yo vi al Springsteen que se deja el pellejo en el escenario, y que cuando ya se encienden las luces del estadio que muestran la salida, decide que esta noche va a ser legendaria, que "en España todavía es pronto" y que nos da de propina de las propinas Twist and shout.

Yo estuve ahí, y tuve que esperar horas y horas, pasar calor, no entender la (des)organización, y olvidar todo eso cuando ves la sonrisa continua de un señor de 62 años que no para sobre el escenario.

Yo viví ese momento histórico. Ese concierto que contarán los libros sobre la historia de la música. Y salté y bailé como nunca en mi vida. Olvidé la crisis, la prima de riesgo, la Eurocopa, los políticos, los directores de bancos. Y grité que mi ciudad en ruinas va a levantarse. Y que los buitres de la banca con carroña. Y me quedé muy a gusto.

Solo añadir una cosa: GRACIAS, Bruce, por darnos vida, y por dejarnos compartir la Historia contigo.